Quizás muchos de nuestros lectores ni siquiera habrán oído hablar de este casino italiano, y aunque actualmente no pasa por su época más boyante, su relación con el poker años atrás tuvo momentos de esplendor. Si a esto añadimos su fantástica ubicación en los Alpes, conocer este casino se hace imprescindible.

Aunque su construcción llevaba autorizada más de 20 años, hubo que esperar a que la Segunda Guerra Mundial terminara, para que finalmente se inaugurase en 1947, ubicado en el interior del Grand Hotel Billia, un lujoso hotel de 5 estrellas situado a menos de 1 km de la localidad de Saint Vincent. En esa época, Saint Vincent era un destino frecuentado por la clase pudiente del norte de Italia, atraídos por las fuentes termales cercanas a la preciosa iglesia románica del S. XII que hay en esta localidad, y por su idílica ubicación en el Valle de Aosta, en los Alpes occidentales. Como curiosidad, en su primer día de apertura solo tuvo tres distinguidos clientes: un industrial textil de Biella, un comerciante de Turín y un abogado de Casalese. Aún los más ancianos del lugar recuerdan la primera frase dicha por un crupier en el Casino de la Vallee: “neuf, rouge, impair et manque”, ya que esa noche la primera tirada fue a parar al número nueve, en el popular juego de la ruleta, y el francés, en la actualidad oficial, era un idioma muy utilizado en la zona por su cercanía con Francia y Suiza.

Ya en la década de los 90, la tensión entre los propietarios del hotel y los gestores del casino, provocó el divorcio de la, hasta entonces, fructuosa relación, y se construyó el actual edificio de dos plantas y 3500 metros cuadrados, de gestión independiente al hotel, pero conservando acceso a través del mismo. Y aunque el edificio en sí no es de una gran belleza arquitectónica, su situación con los Alpes a sus espaldas, hace que la fotografía sea obligatoria para cualquier visitante.

Estas instalaciones fueron testigo de alguna que otra discusión

Actualmente, la oferta consiste fundamentalmente en juegos de casino, máquinas de azar y espectáculos, pero no fue así durante las dos últimas décadas, ya que el poker tenía un papel protagonista en este casino. Por esta plaza pasaron festivales de prestigio, como las Italian Series of Poker (ISOP), las partypoker MILLIONS, y las series locales Big Bang, siempre con una gran afluencia, llegando a superar la barrera de los 1000 jugadores en varias ocasiones. Pero si por algo era conocido este casino era por ser parada recurrente del circuito ya extinto Italian Poker Tour (IPT), que era el equivalente italiano a nuestro festival Estrellas Poker Tour, patrocinado por la sala de la pica. Tal era la afluencia de público a este festival, que en marzo del 2013 el ganador del evento principal se llevó la friolera de 180000 € por su primer premio. Este idilio llegó a su fin en el verano del 2016, con una última edición especial del IPT que no obtuvo las cifras esperadas, y aunque se han seguido celebrando algunos festivales en el Casino de la Vallee, nunca han vuelto a tener el éxito de antaño y este casino ha dejado de ser el referente en poker del norte de Italia.

El ser humano no solamente vive de juego, y Saint Vincent ofrece mucho más. Este municipio de cerca de 5000 habitantes, tiene una situación ideal dentro del Valle de Aosta para los amantes de los deportes de montaña. Además, está situada a menos de dos horas en coche de Turín y Milán, lo que permite las visitas de estas hermosas ciudades y seguir pernoctando en Saint Vincent. La oferta gastronómica en la zona es rica y variada, merece la pena sentarse tranquilamente en cualquiera de sus restaurantes y disfrutar de algunos de sus platos más emblemáticos, como las sopas vapelenentse y cogne, la polenta o la carbonada de carne. Además, el Valle de Aosta es una zona productora de grandes quesos, como los deliciosos Fromadzo, Fontina y Toma de Gressoney, y de embutidos, entre los que destacan Motzetta, Saouseusse y el afamado Jamón Vallée d’Aoste curado a 1600 metros de altitud. Además podemos redondear la experiencia regando estos manjares con un buen vino de montaña con DOC, como el tinto avainillado Arnad-Montjovet o el delicado blanco Morgex et de La Salle.

El Valle de Aosta no puede ser más bonito

Saint Vincent, por lo tanto, no solamente es un destino ideal para los amantes del juego, sino que es perfecto para unas vacaciones con familia o amigos.


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