Una pica con retroactividad

A veces la insistencia tiene sus frutos. En el año 2016, apenas había asistido un par de veces a jugar al póker en vivo y ni tan siquiera sabía muy bien diferenciar entre unos circuitos y otros. Solamente había jugado los eventos paralelos más baratos de un festival que se jugó en marzo de ese mismo año en Gran Madrid Casino de Torrelodones y del que no conocía ni el significado de sus siglas ESPT. Quedé tercero en un evento Hyperturbo de 100€ de buy-in y me enamoré del trofeo que entregaron al ganador. Desde ese día la pica siempre sería un objetivo.

Unos meses después, en agosto, estaba con mi mujer veraneando por Europa, en un viaje de unos 15 días de duración y en el que recorrimos varios países, entre ellos Italia. A través de redes sociales, me enteré de que se estaba disputando una parada del Italian Poker Tour (IPT), la versión italiana, por entonces, del ESPT, en un casino no demasiado lejano a nuestro siguiente destino, la bella ciudad de Turín. Además, pude comprobar como había muchos eventos en los que la participación estaba siendo realmente baja y en todos se estaba entregando la pica como trofeo al ganador. Así que me acerqué al último día de festival, que cerraba en lunes.

El Saint-Vincent Resort & Casino, situado en pleno Valle de Aosta, me pareció una auténtica belleza. Por entonces, era mi segundo o tercer casino visitado y aquel edificio entre las montañas me pareció una maravilla. Había dos torneos aquella tarde y, por lo tanto, dos posibilidades de trofeo. Me hice un par de fotos en las instalaciones y me encaminé a la caja para realizar mi primera inscripción.

En el primer evento, de 150€ de buy-in, había unos 25 jugadores registrados. Solamente se permitía una reentrada y en aquellos tiempos mi banca tampoco estaba como para disparar muchas balas. Quedé eliminado en los primeros niveles y recompré no con demasiado éxito ya que no llegué a posiciones premiadas. El segundo evento, de 100€ de buy-in, se abría como la última oportunidad de éxito del día, pero no había el número mínimo de jugadores para que diera comienzo. Pregunté y me dijeron que es posible que no se abriera. Aún así, esperé más de una hora a que se eliminasen algunos jugadores del otro torneo y de la mesa final del Evento Principal, que también se estaba disputando aquel lunes, y, por suerte, juntamos 10 jugadores y comenzamos a jugar. Es difícil imaginar una pica más asequible que aquella…

Todo se me puso de cara desde el principio, ya que tuve dos coolers seguidos contra los dos jugadores que me parecían mejores de la mesa. Con más de 3 stacks iniciales desde casi el inicio, me fue fácil llegar al 3 handed, en el que gané un flip y me puse primero en fichas para disputar el HU.

Había muy poco prizepool y me pareció buena idea proponer un pacto al otro jugador, un hombre de avanzada edad al que no parecía importarle demasiado el trofeo. Al fin y al cabo, yo estaba allí solamente para intentar ganar una pica y me importaba bastante poco si la primera posición eran 100€ más o menos. De esa forma, acepté pactar a partes iguales.

Las malas noticias llegaron cuando al llegar a caja me comunicaron que no había trofeo. Las dos picas del lunes no habían llegado, al confundir el evento con otro que tenían en el país en el que no se jugaba la jornada del lunes y, por entonces, no me dieron solución ninguna. No le di más importancia y abandoné el casino defraudado, pero con la idea de que algún día la ganaría en otro evento. De todas formas, hacía 4 meses no sabía ni lo que era una pica.

Años después, vi un caso de una mujer a la que habían dado un trofeo años después y decidí intentar contactar con alguien del equipo de PokerStars para tratar de conseguir aquel trofeo. He de decir que mandé varios correos y nunca obtuve respuesta. Hasta este mismo año. En junio, volví a mandar un nuevo correo electrónico (a pesado no me gana nadie) En esta ocasión, una persona del departamento de Eventos en Vivo de PokerStars, al que no nombro por confindencialidad pero al que agradezco inmensamente la gestión, me contestó y cuál fue mi sorpresa cuando leí que había comprobado el asunto y que necesitaba mis datos personales para enviarme el trofeo. No daba crédito pero, tras unos correos más, me confirmó que había realizado el envío y ya tengo mi pica en casa 8 años después de ganar aquel torneo. ¿No os parece una locura?

Como veis, una preciosidad de trofeo. Se que no es la pica de las picas, pero por lo que ha tardado en llegar y como ha sido todo el proceso, me hace muy feliz e, incluso, creo que me la merezco por insistente. Quien algo quiere algo le cuesta…


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